jueves, 3 de mayo de 2012

Somos

Es difícil encontrar los motivos a razones que ni nosotros mismos entendemos. Cuando los esquemas deshacen sus uniones nuestra cabeza comienza a cuestionarse todas las posibilidades, causándonos una tremenda sensación de frustración, dudas y dolor. Se acumulan cincuenta teorías distintas que exponen un hecho explicable con una frase, pero para encontrarla son necesarios cuatro volúmenes de pensamiento subjetivo. Supongo que ese es el gran dilema de la vida, qué es lo que está bien y si es eso lo que realmente queremos. Nos guste o no, somos animales que tienden a tocar el fuego, que saltamos sin paracaídas y que arañamos lo que más queremos sin razón. Tenemos la perfección en las manos y no sabemos qué hacer con ella. Leemos nuestros sueños en unos ojos de enamorado pero ni siquiera eso nos llena. Siempre insatisfechos, envidiosos de lo ajeno. Somos seres ruínes que no saben valorar la riqueza de sus posesiones, que no saben distinguir lo que verdaderamente importa de lo que no. El vicio nos secuestra el autocontrol y perdemos apuestas hasta con nosotros mismos. Qué poco vale nuestra palabra, qué hipocresía encierran nuestros actos. Pero, en cambio, tememos sufrir bajo nuestro vestido el dolor que le infrinjimos a los demás porque somos egoístas, no sabemos mirar más allá de nuestra propia sombra. Finjimos saber qué es el amor, creemos conocer al cien por cien a la persona con la que compartimos nuestra vida y nuestra cama, pero una caja de sorpresas es monótona al lado de una persona humana. Nuestro interior esconde tantas mentiras que ni la propia cobardía quiere vivir en él. Somos la raza mezquina, somos irremediablemente imperfectos y, por encima de todo, somos extremadamente frágiles.

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